Monasterio Albertiniano Inmaculada Concepción de María

Canto gregoriano
Nuestro Padre San Agustín encontró palabras maravillosas para hablar acerca de la música: “Cantare amantis est” (Serm. 336, 1), que significa: el canto es de los que aman. Cuando el monje canta entra en contacto con su alegría, la cual yace en el fondo de su alma, y siente el anhelo ferviente de hallar el amor. Cada canción expresa nuestro más profundo anhelo de amar y de ser amados. Según Nuestro Padre San Agustín, cantar, estimula nuestro anhelo. Así como los caminantes entonan en las noches canciones de su patria, de la misma forma nosotros cantamos aquí, en tierra extraña, las canciones de amor de nuestra patria, con la intención de despertar nuestro anhelo por ella, por una patria en la cual nos sentiremos en casa por toda la eternidad. San Agustín dice que mientras cantamos, no sólo se escucha nuestro amor sino también el silencio. Para él, el canto es un camino hacia el interior, hacia el espacio interior del silencio, hacia el secreto más profundo del alma.
En nuestro monasterio, el canto litúrgico ha de favorecer la contemplación. Siguiendo la tradición monástica de occidente, acogemos como propio de nuestra liturgia el canto gregoriano; además, para un acercamiento mayor al espíritu de Nuestro Padre San Agustín, el maestro de capilla deberá promover el canto ambrosiano. (Directorio 58)

